Por fin, criatura mediante y en dos sesiones, hemos podido acabar de ver el biopic sobre Queen que lo ha petado en medio mundo, con premios y reconocimientos por todas partes. Como fan reconocido de Queen era algo que, además de tener pendiente por obligación, me apetecía ver por comprobar como de fiel ha sido la adaptación. Y adelanto que tengo sentimientos encontrados.
Por un lado, el mismo Freddie Mercury declaró que estaba seguro de que habría película sobre su vida, pero que esta obra sería clasificada inmediatamente como XXX. Bohemian Rapsody no lo es. Ojo, tampoco es un cuento infantil. Solo que pasa muy de puntillas acerca de los aspectos más oscuros de Freddie. Con lo cual, en este aspecto, es hasta edulcorada.
Pero claro, estamos hablando de una adaptación autorizada por los miembros de Queen sobrevivientes a su cantante, Brian May y Roger Taylor. Y no sé si queriendo o sin querer, omiten algunos detalles, no ya del lado sórdido de las grandiosas fiestas, sino ya de la propia biografía de la banda. Las sonadas peleas y cabreos con la prensa británica amarilla no fueron únicamente cosa de una única rueda de prensa como se muestra en la película, sino que se mantuvieron en el tiempo y no solo con motivo de la sexualidad de Freddie, sino que se centraron en más asuntos, como los divorcios de Taylor y May, (por decir dos cosas) a los que la banda respondió con un silencio absoluto para con la prensa y puyitas en forma de temas donde se tiraba a matar. (Scandal, dentro del álbum The Miracle)
Pero si hay un episodio que a mí me hubiese gustado ver representado es el referido a la relación de Queen con su primer manager, Norman Sheffield. Por lo visto, en los tres años que les representó, la banda pasó de ser desconocida a girar por Japón y Estados Unidos, pero este reconocimiento no se vió reflejado en la parte económica y el mismo Taylor reconoció que por aquella época (1974) a nivel financiero estaban entre la espada y la pared. Y Freddie, una vez liberado el grupo de este manager, le dedicó la primera canción del disco A Night at the Opera, llamada Death on two legs, en la que básicamente, le ponía a caer de un burro. Un tipo rencorosete, este Mercury. En honor a la verdad, Sheffield siempre se defendió y mantuvo que su trato fue siempre justo. Pero la puntillita de la canción no le hizo demasiada gracia y pretendió demandar a la banda, pero EMI, poseedora de los derechos de Queen en ese momento, le silenció a base de dinero. Así se las gastaba Freddie.
Otro punto extraño es las incoherencias temporales. No estamos hablando de cine de ficción, es una película biográfica, así que los hechos deberían ceñirse a la realidad. Cuando Freddie confiesa a Mary su bisexualidad en 1977, lo hace tras enseñarle el vídeo de Rock in Rio donde todo el mundo canta la canción dejando a Freddie mudo. Ese vídeo existe pero es el 19 de enero de 1985, meses antes del histórico concierto del Live Aid, 13 de julio, y no antes de la separación y exilio en Munich.
En fin, dado que del rigor histórico nos hemos olvidado, es imposible no obviar el papel de malo del asistente personal de Freddie. No defiendo a Paul Prenter, pero su presencia es muy forzada, tipo «este es el villano al que echarle toda la culpa de todo lo malo que le ha pasado a Freddie» y no sé si se es demasiado justo con él, la verdad. Por lo visto, si que fue una mala influencia. Pero dado que está muerto, la película quedará como verdad de lo que ocurrió y no le deja en buen lugar.
Pero del lado bueno, las interpretaciones y caracterizaciones son muy buenas: Rami Malek (Mr. Robot) lo borda. ¿Tanto como para llevarse un Oscar? Pues depende del nivel del resto de actuaciones de sus compañeros de nominación, que no he podido ver. Pero con quien me quedo admirado es con el actor (Gwilym Lee, desconocido para mi) y la caracterización de Brian May. Y un punto menos, con Roger Taylor (Ben Hardy, Ángel en XMen Apocalipsis) . Están clavados. Perfectos.
¿Es Bohemian Rapsody una gran película? Pues creo que no. Se nota mucho la mano errática en la dirección de un Bryan Singer ausente del set de rodaje y su posterior despido y sustitución por Dexter Fletcher. Dos directores con dos visiones diferentes nunca van a generar un producto redondo. El problema no es el contexto de la obra, sino de lo representado. Creo que la pregunta es si ¿Es Bohemian Rapsody una gran película sobre Queen? Indudablemente, si. Con el peligro que tiene simplificar la inmensa, variada, complicada, inclasificable y ecléctica discografía (14 discos de estudio y 7 directos) a los 18 cortes más «conocidos» y «comerciales» que aparecen en la banda sonora de la película.
Mi recomendación para Queen son dos discos en directo, con los dos setlists de las dos épocas más diferenciadas de la banda: el Live Killers de 1979 (con los primeros temas menos conocidos, pero igualmente maravillosos) y el «mágico» Live at Wembley 1986.